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Reportaje La Voz de Galicia

Ayer, en el antiguo castillo vigués de O Castro, una docena de soldados del medievo tomaron la fortaleza. No hubo sangre, pero consiguieron conquistar a los visitantes que, sorprendidos, observaban sus trajes y espadas. No habían salido de una máquina del tiempo, ni de una antigua novela de damas de trenza larga y caballeros con armadura: se llaman Falcata y son un club de esgrima histórica de Vigo.


El análisis de fuentes documentales de la época, les han permitido analizar desde cómo peleaba el mismísimo Julio César hasta cómo lo hacía Napoleón Bonaparte. Conocen a la perfección cuál era el arma que usaban, sus protecciones o de qué forma cogían la espada. Todos estos conocimientos los transmiten en el gimnasio Vicus dentro de una especialidad que se denomina «artes marciales históricas europeas».


César Massó es uno de los monitores. Contable de profesión, siente auténtica pasión por todo lo que tiene que ver con la historia. Cree que la sociedad «desconoce las técnicas de lucha que se usaban en España y en Europa». Le apena que se apueste por disciplinas asiáticas como el kung-fu o el taekwondo y «no se practiquen las que son más autóctonas». La esgrima antigua, la renacentista o el palo galaico-portugués son algunas de las especialidades que buscan revitalizar en pleno siglo XXI.


Durante el año, llegan a tener un número máximo de 40 alumnos. Como indica Massó, «queremos que esto se convierta en un deporte como otro cualquiera». Sus pupilos disfrutan de sus conocimientos en la materia y de los del otro gran ideólogo del proyecto, Ricardo Soto. Licenciado en Ciencias de la Educación y del Deporte, es capaz de recitar de memoria el tratado de lucha que se utilizaba en cada época. Coincide con su compañero en que la intención del club Falcata es rescatar de la penumbra histórica las técnicas de combate españolas y europeas. «Nos han hecho creer que las artes marciales no son las europeas», indica.


Son defensores acérrimos de cómo luchaban los soldados españoles de todos los siglos y de su destreza. Cuando pelean, sus gritos y los sonidos del acero transportan al público a la época que dictan sus espadas. Aseguran que es un «deporte totalmente seguro», como afirma César Massó. Llevan como protecciones una careta de esgrima, una malla de metal, una chaqueta acolchada y, cuando las armas son más pesadas, rodilleras y pantalones reforzados. Para saber quién es el ganador de los combates «valoramos los golpes mortales y los que dejan malheridos. Por poner un ejemplo, si te corto un brazo no puedes continuar», explica. No se asusten. Sus espadas no cortan y la punta no está afilada. Son golpes de exhibición. Aunque, como en todos los deportes, «no estás libre de lesiones», indica César.


En la actualidad, forman parte de la Federación Española de Esgrima, pero, están estudiando, junto a otros clubes gallegos, establecerse como un organismo independiente. Ferrol, Narón, A Coruña, Santiago de Compostela, Ribeira, Pontevedra, Ourense y Lugo también cuentan con sociedades de este tipo. La esgrima histórica está proliferando en toda Galicia.


Les molesta, sobre todo, las «malas representaciones que se hacen en el cine y en la televisión». César Massó cree que «a veces parecen que se están peleando con palos. El problema es que utilizan profesores asiáticos para hacer las escenas». Según sostiene, «el problema es que buscan lo bonito y lo vistoso».


Por el momento, no cuentan con colaboración institucional para su proyecto. Tanto la Xunta como el Concello de Vigo les han denegado ayudas. Sin embargo, su esfuerzo no cesa. Quieren transmitir todos los conocimientos que tienen en la materia. Cada año participan, a modo de exhibición, en la Arribada de Baiona y en la Reconquista de Vigo. «No te voy a explicar si al final ganamos nosotros o los franceses», bromea.


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